Organización por Etapas

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Uno de los principales elementos para el diseño de nuestro modelo curricular es la Organización por Etapas. El Claustro Moderno actualmente y desde hace más de 20 años no trabaja bajo el tradicional esquema preescolar-primaria-secundaria (o bachillerato) que dificulta la aplicación de nuestras estrategias pedagógicas (por cuanto al parecer está apoyado solamente en una dimensión intelectual del ser humano) y que asume algunos supuestos que a partir de nuestra propia experiencia se han podido relativizar.

Por ejemplo, la idea de que los niños en el proceso de promoción de Preescolar a Primer Grado, y de Quinto a Sexto se modifiquen tanto como para enfrentar todas las transformaciones que impone la escuela: aulas, maestros, programas, actividades, métodos, pautas de evaluación, propósitos, etc.

Puede que este esquema responda a una consideración histórica y universalmente aceptada sobre las etapas del desarrollo intelectual, derivada de muy importantes teorías y demostraciones en el terreno de la psicología. Pero nosotros hemos podido constatar durante muchos años que los niños/as no cambian tanto en esos grados como para afrontar sin mayor preparación transformaciones radicales de la escuela. No significa que no cambien en absoluto, sino que sus cambios emocionales, físicos e intelectuales son menores en las edades que suelen representar esos grados, que los cambios habituales de la escuela.

Ahora bien, los cambios de los niños, que son innegables -y por demás fundamentales- en lo que hemos podido observar, se evidencian un poco más adelante de Tercero a Cuarto, por un lado, y de Sexto a Séptimo por otro. Esta puede ser una de las razones que mejor expliquen a nivel nacional las dificultades propias del ingreso a Primer Grado junto con los dramáticos niveles de mortalidad escolar (medida por número de estudiantes que pierden el año) en Sexto grado.

A las anteriores consideraciones hay que agregar todas las expresiones propias de los conflictos de identidad que los niños/as -y los adultos- enfrentan en su proceso de desarrollo. Existen numerosas razones de orden afectivo, familiar, social, económico, intelectual y psicológico que hacen que los niños/as en determinadas edades se identifiquen más con compañeros de cierta edad y menos con otros.

La adolescencia, por ejemplo, exige una perspectiva mucho más acorde con su compleja riqueza humana, que le permita a los jóvenes adaptarse con menos sufrimiento a su novedosa forma de interpretar y criticar el mundo, en una institución que intente comprenderlos más y censurarlos menos y que tenga también la posibilidad de adaptarse a ellos.

Por otra parte, uno de los problemas pedagógicos más comunes y complejos se refiere al hecho de que por lo general son los alumnos/as los que deben adaptarse a las instituciones y nunca al revés. La aplicación de nuestros principios generales supone, por eso, la superación del tradicional esquema primaria-secundaria. En efecto, el Claustro Moderno entiende que en la primaria hay por lo menos dos edades bien identificables, con lenguajes, características, posibilidades y expectativas comunes. Lo mismo sucede en el bachillerato. Igualmente, se pretende superar los estrechos límites que el concepto de grado implica en términos de evaluación y promoción.

Hemos diseñado, en consecuencia, una Organización por Etapas, de cuya aplicación se han podido extraer algunas de las más importantes hipótesis y las más claras y contundentes tareas de todo el Proyecto Educativo:

Cada una de estas etapas tiene un Coordinador, que actúa como asesor pedagógico y coordinador administrativo, en comunicación permanente con la Rectoría. Cada etapa, además, tiene su propio sistema de evaluación (adaptado a las edades que representa), horarios, espacios y objetivos independientes y precisos. Las condiciones de promoción, así, son más intensas de etapa a etapa que de grado a grado y los alumnos/as van cambiando de etapa en estrecha relación con su maduración emocional e intelectual, lo cual reduce significativamente las pesadas cargas emocionales propias del paso de la primaria al bachillerato. Esta organización por etapas se ha consolidado como uno de los elementos más innovadores de nuestro currículo y quizás el de mayores y mejores resultados y perspectivas pedagógicas. La resolución 2343 de 1996 del Ministerio de Educación Nacional acogió exactamente esta organización por etapas (o grupos de grados) para el diseño y la presentación de los indicadores de logros curriculares. Posteriormente, la Secretaría de Eduación de Bogotá recurrió al Claustro para que ofreciera un asesoría en la implementación del esquema de etapas en 13 megacolegios del Distrito, 

Igualmente, existe un Eje de Desarrollo para cada Etapa que sirve como finalidad pedagógica principal, así:

Etapa 0: APRESTAMIENTO.

Porque los primeros años de asistencia al colegio implican una preparación emocional, social, intelectual, física y expresiva, que resulta definitiva en la estructuración de su personalidad, en su disposición para la convivencia, en su vinculación con la escolaridad misma en general, y de manera específica, con la comprensión de la función, la necesidad, el gusto y la utilidad de leer y escribir.

Etapa 1: EXPLORACIÓN.

Porque uno de los principales problemas que dominan los niños en estas edades es el de explorar el código simbólico en que se basa la comunicación de su cultura. Se impone entonces la necesidad de averiguar, descubrir, reconocer y registrar los mecanismos elementales de la comunicación, los escenarios más importantes para el desarrollo de unas sanas y productivas relaciones sociales, las interrelaciones más generales entre pensamiento, lenguaje y acción, y la dinámica primaria de los entornos en los cuales física y emocionalmente se desenvuelve y habita. Esta exploración se produce, además, en un doble sentido: de los niños/as sobre el entorno y el conocimiento, y de la institución sobre los niños. De esta manera, al finalizarla Etapa, el colegio debe estar en condiciones de determinar en cuáles Procesos de Desarrollo existe más motivación y en cuáles menos, para asumir con mayor certeza el eje de la siguiente Etapa.

Etapa 2: MOTIVACIÓN.

Porque las ganas de observar, preguntar, descubrir y experimentar que se desarrollan comúnmente en los niños, empiezan a sufrir una notable disminución, al verificar que muchas de sus principales inquietudes intelectuales no tienen cabida en la escuela y que ésta termina por imponer una lógica ajena, distante y aburrida. De no afrontar esta dramática realidad escolar, las condiciones generales de ingreso a la Etapa 3 (o al bachillerato) terminan dominadas por el cansancio, la pereza o la apatía.

Etapa 3: VOCACIÓN.

Porque con la adolescencia se extiende definitivamente el campo experiencial, no sólo por el vínculo con espacios sociales desconocidos y con distancias temporales históricas, sino por la ampliación de su propia interacción social mediante la revisión crítica de su papel en la familia, la escuela, el barrio y la sociedad. Este es un proceso natural y necesario, que acompaña otra suerte de transformaciones físicas y fisiológicas que terminan por configurar un conflicto de identidades que bien vale la pena asumir con rigor.

vocación

Etapa 4: INVESTIGACIÓN.

Porque la formación básica -que concluye en Noveno- abre la posibilidad de que los muchachos organicen y apliquen sistemáticamente las capacidades y los conocimientos, según sus propias inclinaciones, aficiones, talentos y preferencias. Todas las actividades, asignaturas y programas de esta Etapa deben hacer énfasis en los procesos con los cuales ellos podrán profundizar en una disciplina determinada -no importa cual- y graduarse con una experiencia metodológica de enorme valor para su vida universitaria y profesional. La aplicación y el desarrollo de este Eje es, por supuesto, gradual. Al principio se manifestara en un tendencia general, pero se irá transformando en una sólida oferta institucional en la medida en que los jóvenes lleguen a esta Etapa con el adecuado desarrollo de cada uno de los Procesos y con sus Dimensiones bien determinadas.

Con estas Etapas el Claustro ha avanzado en una organización que se consolida por edades y no por áreas. No existen actualmente en el colegio, en consecuencia, departamentos por áreas sino Etapas y grados.

Señalemos algunas de las ventajas que esta organización han representado para el trabajo de la Institución y para el diseño y la aplicación de nuestro PEI:

Permite que la Institución adquiera una mayor flexibilidad y una mejor adaptación a la evolución y transformación de los intereses y las capacidades de los niños.

Permite que los maestros se distribuyan en función de las preferencias que manifiesten en relación con unas edades específicas, al mismo tiempo que posibilita la profundización en el conocimiento pedagógico, psicológico, biológico y sociológico de las edades que conforman cada Etapa. Los maestros que han preferido y decidido trabajar en una Etapa, no deben en lo posible trabajar en ninguna otra.

Permite también que los maestros puedan dar cuenta de todas aquellas circunstancias de orden individual, familiar y social que envuelven a los niños y jóvenes y no sólo del rendimiento académico en el área de su especialidad. En otras palabras, posibilita la identificación simultánea de todas las Dimensiones del Ser humano y la evaluación diferenciada de los Procesos de Desarrollo de un grupo limitado y relativamente heterogéneo de niños, con quienes se relaciona durante todo el año.

Permite el establecimiento de unas pautas claras y específicas de evaluación y promoción en función de los Procesos, los objetivos, las capacidades, los obstáculos, las limitaciones y los intereses que se definen y se manifiestan claramente en cada Etapa.

Permite una mejor labor de seguimiento, control y dirección, apoyada en las Coordinaciones de Etapas, a partir de las cuales se regulan las relaciones entre los alumnos, sus maestros y sus padres, se ejecutan programas y proyectos diseñados especialmente para cada Etapa, se verifica el cumplimiento de los preceptos fundamentales del PEI, se controla la aplicación y la adaptación constante del Manual de Convivencia a las características propias de cada Etapa y se garantiza el diálogo y la solución de continuidad entre Etapas.

Permite el diseño del tiempo y el uso de los espacios con un criterio de especificidad que optimiza su rendimiento. De esta manera, los espacios alcanzan para todos, los horarios que rigen las actividades de cada Etapa no se cruzan con los de otra, maximizando el uso de las instalaciones del Colegio. Igualmente permite que todas las actividades deportivas, culturales, académicas se desarrollen por Etapas, lo que facilita su ejecución, su disfrute y su evaluación.

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