A mediados del año pasado, cuando la pandemia se instaló con las fuerza suficiente para aislarnos en nuestras casas, surgió la inquietud de qué podía pasar con las 262 especies de flora diferentes que hay en el Claustro (de acuerdo con la expedición botánica institucional que en 2009 ganó el Premio Nacional Experiencias Educativas de la fundación Santillana). La inquietud se extendió también a las especies animales, entre ellas ardillas, truchas, gatos y conejos silvestres, pavos reales, patos, ocas, palomas, pavas andinas, cangrejos y capitanejos.
La naturaleza, sabia en autorregulaciones, incrementó su exuberancia y ninguna especie sufrió deterioro o peligro alguno. El equipo de jardineros del Claustro se multiplicó por cuatro o cinco porque conductores, personal de cocina, cafeterías y servicios generales -cuando las circunstancias lo permitieron- estuvieron pendientes de mantener, cuidar y preservar todo, incluidas aulas, oficinas y espacios escolares.
Por esos días se le dió forma a una iniciativa que ya en épocas muy anteriores habían tenido los fundadores del Claustro: hacer un vivero. Iniciativa lógica y necesaria, porque este año cumplimos 50 años desde aquel mes de junio de 1971 en el que se hizo el trasteo general desde la primera sede de chapinero, con la ayuda de todos los profesores y alumnos, y desde entonces emprendimos una labor ininterrumpida de sembrar y preservar nuestras especies nativas para regresar en la medida de los posible las montañas a su hábitat original.
Bajo la dirección de Carlos Eduardo Medellín, el vivero empieza ya a exhibir cifras significativas de más de mil plantas cuidadosamente sembradas, a partir de recolectar una a una las semillas que un observador desprevenido podría identificar como maleza o basura.
De esta manera fuimos testigos de excepción frente a lo que nunca podrá ser mejor explicado como el milagro de la vida y en este fin de año, asesorados por la Secretaría de Ambiente del Distrito, nos encontramos sembrando con los gestos técnicos apropiados y en los sitios precisos, 1.170 nuevos árboles, arbustos y plantas de jardín y aromáticas, en lo que empieza a configurarse como uno de los proyectos institucionales más importantes del Claustro, con amplias posibilidades pedagógicas.
Esperamos repetir cada año esta significativa siembra con la participación de una suma similar de manos de todos los oficios y edades.
